Ángela No. V

Las fotos de Ángela

Un baúl antiguo lleno de fotos. Lindos marcos de madera, de peltre, de plumas de pavo real, de hierro oxidado, de cáscara de huevo de avestruz. Fotos de familia, de mi supuesta o fingida familia. Y todos sonríen en la fotos. No hay una foto de todos juntos, porque nunca estuvimos todos juntos, sino una de cada uno pero todos sonrientes. Cada uno metido en su sonrisa histórica, en su sorpresa o en su tedio interrumpido por el clic de la cámara. Sonrisas de fantasmas.Todos sonríen. Mi padre sonríe desde la muerte, porque en ese momento de la foto quizás aún no pensaba meterse una bala en la cabeza. Mi madre sonríe a pesar de su santo oficio de puta ya retirada. Mis hermanos que nunca más volvieron sonríen también. Y mis primos, mis dos primos hermanos que desaparecieron en los campos de concentración de la dictadura, también sonríen porque aún no conocían al verdugo que se reiría atrozmente poniendo electricidad en sus testículos. Todos sonríen menos yo, porque no me dejo fotografiar; no tengo alma que pueda ser robada con el clic de una cámara fotográfica.