Inventario

Tengo una casa donde vivo, una donde viví,  y una imaginaria en el corazón del Congo donde tengo como vecina a mi mejor amiga.Ahí existe una colección de memorias que han escapado de donde las guardaba y, desordenadas, llenan los espacios de suspiros, dolores y risas.

Poseo más de 500 libros, una carpeta con deudas, otra con cuentos y más de 6 proyectos en ‘evaluación’.

Me ronda un amor que ya es pasado, huellas de otros intentos fallidos y una dosis inofensiva de flirteos.

Tengo una leve pancita, poca voluntad para bajarla, mucho cabello, y últimamente una gran satisfacción frente al espejo.

Guardo lápices y cajitas; un boleto de avión y entradas a conciertos; fotos de viaje, bitácoras en servilletas, recortes de periódico, un autógrafo de Chabelo, otro de Carlos Fuentes, una rosa seca y varias credenciales.

Cultivo manías y supersticiones; amistades profundas y aperradas, y abono la relación con cientos de conocidos que circulan en forma recurrente por mi vida.

Escondo el mal genio que me ataca en las mañanas, la tirria que me da el abuso de poder, la ira que genera en mí la mentira, la cobardía y la estupidez, y las ganas que me dan de imitar a la alcaldesa,  muchas veces, cuando manejo.

Tengo una mente agotadora, un alma llena de certezas y un corazón que siempre pide más.

Finalmente, consigno también que forman parte de este inventario dos gatas hermosas, uno ajeno, y un auto que requiere seguro y servicio.