Doppelganger

Una leyenda medieval dice que todos los seres humanos tenemos un doppelganger, ese otro que se manifiesta usurpando nuestra identidad única y exclusivamente para hacer maldades. Yo no lo creía, pero mi doppelganger hizo su debut en mis minis vacaciones de cuatro días.

En esos días de vacaciones me exigí  responsabilidad, me conozco y sé que sólo puedo tomar cerveza, que mezclar me transforma. Pues pasó, me convertí en un ser desconocido, en algo que fui incapaz de controlar. Después de un rato ya no me aguantaba y  salió el otro lado de mi ser,  ese que fue incapaz de pronunciar una frase completa, y que al parecer es argentino (eso me dijeron) y con unas insaciables ganas de pasarla bien.
Yo no conocía a ese otro que vive en mi, pero supe perfectamente como hacerlo manifiesto. Todo estuvo en tomarme unas cervezas, luego pasar a algo más fuerte: tequila. Con una sola copa el brebaje hizo efecto. Se mezcló todo en mi interior y la noche para mí terminó, pero para él  o ella evidentemente comenzó.

La fiesta acabó pero mi investigación dio inicio. Elaboré toda una  detectivesca indagación sobre lo que sucedió cuando mi otro yo hizo presencia, y  me entero que en algún momento le cogí el trasero al vecino francés. Pero no fui yo, fue él, fue mi otro yo, lo juro, yo no soy así.

Salí del departamento tratando de evitar miradas y pensando en las técnicas de extracción de información que me  facilitaron diversos amigos. Busqué a la victima (al francés) entre la lluvia y la neblina, saqué un cigarro de chocolate y me lo puse en la boca. Levanté el cuello de mi gabardina y me escondí entre unos arbustos que están de lado de la alberca. Él  se dio cuenta que estaba tras su pista y de manera disimulada se levantó. Lo atrapé del pelo y lo arrastré hasta una esquina donde a punto de llorar me gritó desesperado que no sabía nada, que no sabía nada. Lo amenacé con amarrarle los zapatos y darle una patada con rumbo a la alberca. El francés gritó, lloró y pataleó pero se mantuvo firme hasta que me le acerqué a los cordones. No aguantó la presión... “que no hiciste nada!!! Mejor dicho!!!yo sólo te vi tratando de trepar las paredes y bailando la canción de la camisa negra arriba del refri!!!...no me amarres los zapatos por favor!!!!” (NOOO!!!! POR DIOS!!! TODAS LAS CANCIONES MENOS ESA!!!)Tuve que dejarlo ir, era demasiado sensible. Pero la labor no terminó ahí  y  seguí recolectando las pistas de mi vida.

No tenía pruebas para refutar los comentarios que se difundían velozmente en todos los departamentos, así que sólo me quedaba esperar que el rumor se expandiera y que en su elasticidad perdiera cualquier rasgo de estructura narrativa y terminaran hablando de otra y de otra cosa. Sólo quedaba rebotar entre comentarios y desvanecer lo que ya es ajeno, ese espacio de la memoria que se pierde entre tantas voces y tanta mierda. Momentos sin salida.

Alguien me contó que antes de resbalarme con una mierda de perro, había en mí una especie de superman e intenté tirarme por la ventana. Seguro creí que podía volar, o él (mi otro yo) era lo suficientemente valiente para matarse. Caí sobre los orines del mismo fucken perro  (supe luego), y empecé a limpiarlos con mi ropa, es decir, hice de mi cuerpo un trapeador.
Puede que todo sea mentira, no tengo pruebas. Sin embargo no puedo decir nada al respecto.

Hoy de regreso en mi casa, me acosté en mi cama y leí la famosa historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.  Me levanté y traté de reconocer mi cuerpo en el espejo. Estoy segura de quien soy, y no siento que él este por ahí. Sin embargo, apenas es lunes y faltan algunos días para que el fin de semana llegue. Veremos si él o ella se hacen manifiestos.

Conclusión de mis mini vacaciones: Una cruda horrible, moral y física,  perdí mis lentes de sol, y $170 dlls. en un casino.

Me lleva la chin…