Negras habrá muchas, pero como YO... sólo una

El otro día, caminando por la calle, vi a alguien igual que yo… sólo que no era yo. No era igual pero sí muy parecida, otro corte de pelo, otra ropa, el mismo paso y la misma forma de estirarse el labio con los dientes. Me dio la sensación de que podría haber sido perfectamente otra Negra que se desprendió de mí en algún punto crucial de mi vida y siguió por un camino alternativo, hasta llegar a ese nuevo cruce en una esquina cualquiera del polvoriento Hermosillo.
O tal vez era precisamente el polvo, que me hacía alucinar. Como sea, no pude dejar de preguntarme acerca de su vida, de sus rutinas, de sus gustos. ¿Tendría gatos, carro, un trabajo gratificante? ¿Sería vegetariana o alcohólica secreta? ¿Hijos, novio, muchas deudas por pagar?
Y por ese camino inevitablemente llegué al inquietante “qué habría pasado sí…” que se ha quedado adherido en cada, supuestamente, gran decisión que he tomado a lo largo de mi “decidida” vida.

Que habría pasado si hubiera tenido más miedo.
O si hubiera sido más osada.
Si hubiera besado al pecas
Si me hubiera casado.
Si anoche no me hubiera atragantado de sopes.
Si nunca hubiera encendido ese primer cigarro.
Si nunca hubiera dicho “te quiero sin condiciones”.
Si efectivamente hubiera querido sin condiciones.
Si hubiera estudiado Veterinaria o me hubiera hecho circense.
Si me hubiera ido a otro país.
Si me hubiera cortado el pelo la semana pasada o no me hubiera cortado las uñas esta semana…
No es que busque realmente respuesta a estas especies de agujeros negros que estarán por siempre adheridos, como una costra que se regenera y vuelve a secar todo el tiempo. Es sólo que en estos días se me atraganta más fuerte que nunca la sensación de estar en un punto cualquiera, que perfectamente podría estar en otro. Que a veces me quiero cambiar a otro y no sé cómo. O a cuál.

Para terminar,
¿Qué hubiera pasado si tuviera una alberca en mi casa?
¿Cómo vería el mundo con la mente inundada de cloro y relax?