¿No le ha pasado?

Y no ha sentido usted que de pronto la sangre se le sube a la cabeza, y aunque no se está viendo siente que se le pone la cara roja, roja, y las orejas calientes, y sabe que se tiene que quedar callado porque la voz se empieza a partir, y sabe que si intenta decir algo va a romper en llanto, y que la respiración se le dificulta, y siente que los ojitos se le encharcan y que aunque usted no quiera no lo puede evitar, hasta que se le vuelven lagunas, y usted se esfuerza por retener las lágrimas, mirar para otro lado, pensar en otra cosa, y siente también que la nariz le empieza a moquear, y que todo esto es en cuestión de segundos, y que lo están mirando y que ya no se aguanta más pero está haciendo un esfuerzo enorme por que no se note, por no ser tan evidente, pero usted y yo sabemos que los demás se dan cuenta, que hacen cara de asombro, de pena o de enojo. Que están esperando el momento en que usted estalle, que no aguante más y llore, y llore mucho. Pero no se preocupe, si no se aguanta más llore tranquilo, saque sus lágrimas, que le corran por la cara, deje que sus ojitos se pongan rojos y se encharquen una y otra vez, no se detenga, diga lo que tenga que decir, manotee, gima, póngase las manos en la cara, recoja su pelo, suénese los mocos, límpiese la cara, deje que se le salga el dolor, respire entre cortado, quéjese, laméntese, chille.
Después de unos minutos lávese la cara, mírese al espejo, note que sus ojos después de llorar se le ven más claros, mírelos, tan bonitos. Mire que tiene otro color en su piel, usted pasó de ser verde para ser rosa, note que sus cachetes tienen colorcito, mire que las pestañas se le ven más largas, que ya lloró, ya se desahogó… ahora quiérase un poquito, se merece un brownie con helado.